Hace unos días fui testigo del enorme berrinche de un niño como de 7 años y aunque pueda parecer absurdo, tuve muchos insights (caídas de 20´s) en poquitos minutos. Fui a lavar mi camioneta después de meses, jajajaja ¡soy de lo peor! Bueno, pues llegué, la dejé y me fui a sentar a ver cómo caía la mugre y sacaban bolas y bolas de pelos de mis perras, de la cajuela.
Estaba realmente pensando en la nada cuando escuché: “Quiero por favor que entiendas que la pelota de estrellas no la vas a tener, y llores lo que llores, no la vas a tener”. Esa frase retumbó en mi cerebro, fue un tono tranquilo, firme y cálido. La mamá no estaba regañando ni gritándole al niño, simplemente ante su grito y llanto desenfrenado estaba explicándole que no la iba a tener. Había una maquinita de esas llenas de pelotas de colores y figuras que le pones 5 pesos, giras una… (no sé cómo se llama) jajajaja Giras una “palanquita” (¿?) y sale la pelota. El niño ya tenía 2 pelotas que terminó aventando, por cierto. El berrinche siguió, aunque no quisiera ponerle atención, eran unos buenos gritos y azotes en el piso. La mamá en plena calma y tranquilidad de repente le dijo “si sigues así vamos a hacer tiempo fuera…” ¿Qué? Mi curiosidad no podía no saber qué era eso, así que con más atención los observé, cuando la respuesta del niño fue el doble de gritos… “nooo, mamá, tiempo fuera noooo”. Claramente no me explicaron, pero por lo que vi después, el tiempo fuera significaba que la mamá ignorara por completo al niño, unos 3, tal vez 4 minutos.
De esto que observé, saqué esto:
1. Qué rico y espectacular ha de ser poder hacer un berrinche de ese tamaño, con esa intensidad y gritos y jaloneos sin que te importe quien te vea, qué piense la mujer de la otra mesa que te observa casi casi con palomitas en la mano, jajajaja. Yo no sé si les pasa pero mi cerebro no me deja hacer tales berrinches y escándalos, ni sentirme taaaaaaan mal porque empiezo a racionalizar todo, a darme explicaciones y a que “no hay que ser negativos” jajaja. Pero ver a un niño hacerlo, uuufff, al menos ese día me dio envidia. Literal vivir sin que te importe un demonio lo que la gente diga o piense.
2. Qué maravilla sería que aun de adultos tuviéramos a alguien a lado que nos diga con tal claridad y certeza “no Mariela, entiende que eso no lo puedes tener y no lo vas a tener”. Claro que dolería, claro que sería espantoso y claro que querría hacer semejante berrinche, pero habría certeza y consciencia de lo que definitivamente no será. Y no es que el niño jamás hubiera conseguido la pelota de estrellas, era que la mamá ya no traía más monedas de 5 y el límite eran 2 pelotas.
3. Obviamente mi “ser salvadora del mundo” quiso levantarse y darle al niño otras 2 monedas que sabía que traía, pero ubiqué que ésa era MI necesidad. Y la mamá con todo el derecho del planeta me hubiera podido decir que no, que no gracias, que está poniendo límites y él está aprendiendo que no puede tener todo en la vida.
4. Y no, no tengo hijos, me considero incapaz de juzgar o etiquetar de “bien hecho” o “mal hecho” la forma de hablarle, de educarlo, de ponerle límites. No sé si yo seré mamá de “ahorita abrimos toda la maquinita para que mi chiquito tenga su pelota de estrellas” o la de explicarle todo como si fuera adulto, o la de gritarle y qué pena el numerito del chamaco, o la de cargarlo, abrazarlo y apapacharlo en su dolor y frustración por no tener la pelota y decirle también que no, que no la va a tener. (Ojalá tenga la sabiduría para que sea ésta última opción la mía, jaja)
5. Tiempo fuera. What? ¿Qué es eso? ¿Cómo que me ignoren 3 minutos porque sufro por algo que no puedo tener? Aquí tampoco la juzgaré, simplemente hizo corto circuito conmigo. Hice mi historia sobre cómo en 15 años, el niño ya adulto llega a terapia porque no puede mostrar sus emociones y no sabe por qué.. (y que además tuvo 2 oportunidades para tener su pelota de estrellas, pero “la vida, dios, la naturaleza, el universo” no quiso (¿?) que las tuviera)
Y entonces empiezan él y su terapeuta a indagar en los recuerdos y llegan a sus 7 u 8 años cuando hizo un tremendo berrinche que se escuchaba a dos cuadras y la respuesta de la persona que él más quería y que era su protectora, fue ignorarlo unos minutos. Y lo trabajan y “la perdona” y ya, sigue con su vida, aprende que no toda la gente a la que le demuestre su sentir lo va a ignorar y bla bla bla… Puede ser una historia fantasiosa pero no tanto, atiendo adultos en psicoterapia con dolores muy profundos cuyo origen es algo como no tener la pelota de estrellas.
6. También me di cuenta que mi imaginación y mis pensamientos están cañones de volados, de hacer mini historias en milésimas de segundos y que por observar así el mundo es que a veces me complico mucho. Créanme, está padrísimo hacer historias, es mi actividad favorita de la vida, sin embargo, a veces quisiera solo ver “lo que es”. Un niño llorando por una pelota y una mamá que reacciona como puede, con lo que tiene en su ser para darle al hijo. Y ya… y ya.. y ya!!!
7. No sé cómo se llama el lugar de “lava autos” jajaja pero siempre soy testigo de situaciones así y es buenísimo. Si viven en la CDMX y les queda, está sobre Cuauhtémoc casi esquina Xola, jajaja (tip de señora)
MRP*
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