¡Volví! Pasaron 76 días desde el último oxígeno (obvio los conté, jaja) y son prácticamente los mismos días que he estado en la “bendita cuarentena”. Creo que es una época que ha cambiado la vida de cada uno de nosotros, de distinta manera y desde diferente raíz.
Pero ¿por qué desparecí? En realdad cada vez que sentí ganas de escribir, algo sucedía y era tan radical que cortaba las ideas que ya traía y la verdad, hubo semanas que no quería compartir nada porque ni yo misma sabía lo que me pasaba. Como ya lo mencioné, en estos eternos días cambió mi vida, pasé por unas subidas y bajadas emocionales extremas que ya les iré compartiendo. Aun al día de hoy sigo acomodando – me. Y también creo que me di el “permiso” de hacer y no hacer, tal cual me diera la gana. Ya el estar en casa sin salir fue muy complicado para mí al principio como para todavía “forzarme” a escribir simplemente por que “ya era costumbre” el oxígeno semanal.
Y aunque sigo en este proceso de asimilación, hoy sí quiero compartirles que llegó una etapa de mi vida (y que ojalá les llegue a todos) donde estoy en paz, dónde sé que está quien debe estar, se fue quien ya no tenía lugar en este presente, me he alejado del drama, de los quejosos, de los “quita energía”, de quien opina de mi vida sin haber sido solicitado, de la gente controladora y manipuladora que se pone el disfraz de “sólo quiero ayudarte”. Hoy puedo dar gracias por este encierro, pero no físico, sino hacia dentro, hacía mí.
Tal vez haber abierto este blog y compartir mi vida, mis creencias, mis gustos provocó todo lo anterior pero hoy sé que soy perfectamente capaz de untarme un “delicioso e imaginario aceite zen” en todo mi ser y que nada de eso importe. No pensé decir esto después de tantas semanas sin todas mis actividades y rutinas (que prácticamente eran fuera de mi casa) pero sí, ¡¡¡BENDITA CUARENTENA!!!
Nos leemos pronto, en 74 días junté muuuucho que contarles...
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